martes, 24 de marzo de 2009

LA GRAN KEDADA.

Hace como un mes se hizo firme la fecha de la kedada que se iba a celebrar en el Rincón de la Victoria y que los compañeros de Peskama (Pesca Kayak Malaga) iban a hacer posible con su desinteresada colaboración. Días antes recibía una llamada del compañero y amigo Caballa comentándome el tema e invitándome a que asistiera. Así que me he llevado más de 30 días rezando para poder ir y que ningún contratiempo surgiera para tal encuentro.
Pues bien, aunque la previsión del tiempo parecía que no iba a acompañar, el viernes sobre las 18:00 inicié mi pequeño viaje de 250 kilómetros con el kayak en la baca y con el coche lleno de bártulos preparados para la acción. Llegando sobre las 21:00 Arturo me fue a buscar al cruce donde quedamos y después de los saludos previos y recogida del amigo Francisco Kurricán nos dirigimos al chiringuito donde anteriormente habíamos quedado con MiguelMQ y Jesús Valero para cenar. Ya en la cena me di cuenta la magnitud del acontecimiento y de la buena organización del mismo, así que la cosa prometía.
Recapitulando instrucciones de Arturo sobre la mañana del día siguiente cerramos el festejo para dirigirnos a descansar, ya que pasadas 6 horas debíamos estar a pié de playa para preparar nuestras monturas y comenzar la ruta hacia el pesquero. A las 6:00 am estábamos ya en el aparcamiento que teníamos reservado para los miembros del evento, por supuesto, gracias a la intervención de la organización con el Ayuntamiento. Algunos miembros del grupo ya estaban allí y en breve comenzaron a llegar más compañeros, Rafa Bomber, Boinajj, Kabezon… Así que me puse manos a la obra y empecé a preparar mi kayak y poco a poco nos fuimos agrupando en el agua el primer grupo. Mientras íbamos hacia la zona tres (la más alejada) comenzamos a escuchar a compañeros por la emisora, comentando su llegada y posterior salida hacia mar adentro. Tres grupos y tres zonas dividíamos la concentración para a posteriori, reunirnos todos en la orilla después de la jornada de pesca.
Me impresionó la facilidad con que se coge profundidad en aquella zona, unos 40 metros a escasos 2 kilómetros de la orilla, cosa impensable en la zona donde habitualmente pesco. En la sonda se reflejaba una gran cantidad de actividad de camino a la marca y ya en ella me pareció un fondo de muy buena calidad y que seguro que nos aportaría buenas piezas.
Comenzamos a subir y bajar los jigs pero no nos dio tiempo de capturar nada cuando el viento hizo presencia y poco a poco su fuerza nos hizo desistir y nos invitó a marcharnos por nuestra seguridad. En breve, mensajes de la organización a través de las emisoras, nos iban informando en todo momento del estado de la mar en las diferentes zonas y los compañeros de la orilla de lo que se cocía por allí. Dirección a la zona 2, y abriendo el grupo comencé a remar con dificultad a causa del fuerte viento y las olas. En último lugar y cerrándolo, Caballa se percataba de que no se quedara nadie en el tintero e iba dando la novedad cada poco tiempo. En tierra, Owen nos dirigía con sus mensajes y los demás compañeros nos señalizaban las zonas por las que había menos oleaje para desembarcar. Después de los 3,5 kilómetros de vuelta contraviento y marea llegábamos a tierra exhaustos por el gran esfuerzo realizado, no obstante, siempre quedaban fuerzas para ayudar a los demás compañeros que llegaban a tierra firme con más o menos dificultad.

Compañerismo ante todo




Sobre las 11:00 am ya estábamos todos en la orilla y poco a poco comenzamos la “otra” parte de la kedada. Un tenderete con bocadillos, patatas, frutos secos y bebidas entre otras cosas nos empezaba a recuperar de la breve jornada.


Arturo llamando al personal para meter mano a la mesa



Entre picoteos, comenzaban los “cursos avanzados” de pesca, muestra de trucos, montaje de bricos y entregas de obsequios a los que veníamos de fuera.


Kurricán en acción.




Caballa explicando técnicas y material de jigging.




Obsequios para los de fuera.




Es impresionante la de detalles que han tenido en cuenta el grupo Peskama, todos de agradecer sin dejar de prestar atención a todos los allí presentes. Por supuesto no pudo faltar el bautizo de nuestras embarcaciones de mano del maestro Boinajj, siempre sonriente y servicial.








En definitiva, un día para no olvidar. Me he venido para mi casa con muy buen sabor de boca y con muchas ganas de repetir. Mi más sincero agradecimiento a todo Peskama, destacando a Caballa, Owen , Albatros y Explorer por hacer que todo lo previsto se hiciera realidad, mesas, bebida, comida y organización en general. También especial agradecimiento para Arturo2 y Cristina2 por ofrecerme su morada.
Gracias a todos de corazón.

lunes, 16 de marzo de 2009

Plecthorhinchus mediterraneus.

Toda la semana llevábamos esperando la salida del fin de semana, pues cierto gurú predecía que el sábado por la tarde el viento caía a muy pocos nudos. Era el único día que podríamos aprovechar y darnos un paseo con nuestros kayaks por nuestro litoral gaditano. Varias llamadas de Sevi y Orvallo bastaban para preparar el sitio a elegir para la salida, pero una llamada de última hora al barco nodriza de Pescador1950 hizo cambiar de planes puesto que la primera zona elegida, más a levante, tenía algo más de viento y no era plan de que nos estropeara el único día de pesca de la semana.
En principio yo iba a embarcar antes que los demás compañeros, puesto que ellos tenían obligaciones familiares o laborales, así que después de almorzar muy temprano me dirigí a la playa con intención de disfrutar de un día espléndido para navegar. El propósito de hoy era explorar una zona nueva, situada a 4,3 kilómetros del punto más cercano a tierra, distancia que también me serviría para pasar por una ruta por la que no he tenido oportunidad de ver que se cuece bajo sus aguas. Ya mojado comencé a remar hacia la zona, observando muy detenidamente los fondos para apuntar nuevas marcas si fuese necesario. El levante de la semana ha servido para aclarar las aguas, y eso se nota en que a 4 metros de profundidad se ve el fondo. Ya hacía tiempo que no veía el mar así, buena señal sin duda alguna. Elijo una muestra color boquerón para que me acompañe en mi recorrido por si hay suerte de alguna picada. Cuando llevo unos 3 kilómetros veo actividad en la sonda, así que recupero al boquerón y cambio de caña para comenzar a jigear. Doy varias pasadas pero no hay picada, con lo que sigo mi camino. Una vez en la piedra comienzo a recorrerla de un lado a otro, pero observo un fallo en mi sonda, no me marca bien. Pienso que es del traductor, ya que lo he pegado de nuevo estos días, pero en breve me doy cuenta que es fallo de la batería. He tentado demasiado a la suerte y la he agotado tras varias salidas sin cargarla, así que no me queda más remedio que soltar el rezón y pescar fondeado puesto que no sé en cuantos metros me estoy moviendo.
Las picadas comienzan en breve, pero es pescado pequeño, no dan tregua y se beben el cebo sin lograr captura alguna. Decido cambiar a otra parte de la piedra. Mientras, recibo una llamada de Orvallo pidiéndome coordenadas para dirigirse al lugar, ya están en la orilla preparados y al poco tiempo me llama también de Sevi que viene de camino. El ruame sigue presente, parece que no doy con el sitio idóneo, en parte por no ver el fondo por donde paso. A lo lejos llega Sevi, yo estoy recogiendo el rezón y me dirijo hacia él para comentarle que cambiemos de zona para probar suerte.



A unos 600 metros tenemos otro punto, esta vez contrastado con alguna de mis mejores capturas, así que manos a la obra. Con su sonda ya podemos situarnos bien sobre el fondo deseado. Nos fondeamos juntos, él por mi proa y en breve suben las primeras mojarras a bordo. A la tercer o cuarto descenso de mi cebo, noto una picada muy leve, me agrada, sé que no es un pez pequeño... me concentro en los picotazos y en un tirón de mi caña lo engancho. Solo con la curvatura de mi caña (acción 100-300) veo que tiene peso y lo contrasto con las salidas de línea del carrete, que no para de chirriar. Sevi está atento y le confirmo que es algo “gordo”. La pelea dura un poco, no me puedo arriesgar a apretar demasiado el carrete si no quiero perderlo puesto que llevo un 35 de bajo y con uno de esos tirones me parte seguro. A media agua me da la impresión de que es un pez ballesta (cochino) por la forma de tirar pero por el peso no me cuadra. Cuando veo la gran silueta bajo el kayak dando vueltas y enseñándome el lomo la adrenalina llega a la cúspide y cojo el bichero para hacerme con él puesto que con ese tamaño no lo puedo subir a bordo con este bajo de línea. Un borriquete que debe de tener más de dos kilos viene hacia arriba. Ya en la superficie me hago con él y se lo muestro a Sevi, nos quedamos perplejos de ver el gran tamaño que tiene. Al final da un peso de 2,750 kilogramos, es el primer borriquete que capturo de este tamaño, es inmenso tiene una piel y escamas como una armadura, increíblemente recia.





Proseguimos la pesca y nos hacemos con algunas mojarras más. Sevi también sube un sargo breado (Diplodus cervinus) el más longevo de los sargos.



Pronto el sol nos advierte que es la hora de la vuelta, así que recogemos y nos dirigimos a tierra con sendas líneas de curricán que no nos aportan ninguna picada.



El día ha estado precioso, la ausencia de viento, una temperatura perfecta, una mar cristalina y sin olas nos han hecho disfrutar como enanos en un parque.





Pero... ¿Y Orvallo? Ya en tierra vemos que nos están esperando y después de las presentaciones y charla nos comentan que por lo visto su compañero (Ildefonso creo, soy muy malo para los nombres) tuvo un problema en su moken de camino al punto, y es que se le olvidó colocar el tapón del autovaciado y cuando iba a medio camino se dieron cuenta de que el kayak iba lleno de agua, por lo que tuvieron que dar media vuelta y dar por concluido el día de pesca. Espero que no repitáis la experiencia compañeros.
Y colorín colorado, esta salida se ha acabado. Hasta la próxima.
Un saludo a todos.

martes, 10 de marzo de 2009

Más no es mejor.

Es curioso pero siempre que nos acercamos a alguna tienda de pesca, se nos van los ojos detrás de las muestras, bien sea por sus colores, formas sinuosas e incluso el precio, ya que, cuanto más cara entendemos que deben pescar mejor. Recuerdo algún comentario que mi padre me ha hecho en ocasiones..."cuando el pescado tiene ganas de comer entra ciego"... y es que esto da que pensar.
Hace algunos días al pasar por un centro de pesca me encontré con que liquidaban algunas muestras por menos de "veinte duros", esto lo hacen o bien porque no dan resultado o simplemente porque al consumidor no le entra por el ojo. Pues bien, mi gula pescadora hizo que me quedara con algunas ya que solo las poteras valen más que lo que costaba.
Aprovechando el fin de semana, en una tarde de escándalo para navegar me decidí a echar una jornada completa de curricán, modalidad que hacía tiempo no practicaba en su totalidad, así tendría ocasión de probar los nuevos señuelos. Esta vez no me acompañó Sevi, aunque me dio su venia para que tuviera una buena jornada.
Ya en el agua, a medida que iba avanzando, la tranquilidad se apoderó de mi, y paleando suave pero constantemente me dirijí a la zona a trabajar. El mar estaba hecho un plato, sin viento y con todos los ingredientes para disfrutar de nuestra afición. Al final del arrecife, en una torre de señalización, los cormoranes se plantaban a secar sus alas, después de largas inmersiones en busca de sus presas, la curiosidad me hizo calcular el tiempo de apnea y en algunas ocasiones superaban el minuto bajo agua.

Ya cerca de la zona caliente, solté las muestras para que navegaran a su aire, y a la primera pasada ocurrió lo inesperado, mi carrete comienza a soltar linea y observo la caña por si es un enganche, pero no, pega tirones bruscos y rápidamente comienzo a trabajar la picada pero a media distancia la línea pierde tensión y el pececillo viene hacia mi sin captura alguna. Por mi boca salen maldiciones una y otra vez, pero no me queda más que volver a "seguir buscando". Pasa el tiempo y 7 kilómetros pasan en mi gps, después de una semana en la que he pasado por una bronquitis, todavía noto secuelas de la pérdida de fuerza, pero el día está tan bueno que me anima a seguir paseando.

Decido cambiar de zona pero sin suerte, así que vuelvo de nuevo a la primera y antes de pasar el carrete vuelve a canturrear, esta vez parece que está bien clavado, a lo lejos veo el chapoteo, pienso que es una baila o un robalo porque viene con la boca abierta arriba del agua. Me suelta carrete en un par de ocasiones, tiene tamaño, rezo para que no se suelte y poco a poco lo voy arrimando a mi montura. Cuando ya lo tengo cerca veo que es una hermosa baila que dió un peso de 620 gramos. Aquí la susodicha.





La sensación de subir a bordo una pieza a curricán se puede describir como una mezcla entre adrenalina y alegría juntas, se te quitan las penas, los dolores de hombros, brazos y trasero, e invita a seguir paleando con la ilusión de volver a tentar otro ejemplar. Lo mejor de todo es que la capturé con la muestra más económica que he comprado desde que practico la pesca en kayak, así que de nuevo se vuelve a confirmar la frase que más arriba comento. Seguí paleando ya hacia tierra, casi con el sol puesto y acercándome al Castillo de Hercules, comencé a deslizarme entre las rocas, cosa que nunca hago a no ser que el mar esté totalmente plano, y tomé estas fotos.

El balance de la jornada terminó con 13km recorridos, 3 horas de paleo y la baila de las fotos, además de un día maravilloso para practicar nuestra bonita afición. Bueno, espero volver a escribir pronto y compartir con vosotros mis vivencias encima del kayak. Un saludo a todos.