Hola a todos. Ayer quedé con mi amigo Sevi para echar un rato fondeado. A las 7:30 estábamos allí nosotros, la oscuridad y la lluvia que nos acompañaba mientras preparábamos los bártulos para comenzar la jornada.
Una vez asomamos la nariz por la playa os dimos cuenta que hoy iba a ser un día "especial". De momento las olas que nos aguardaban en la orilla no eran del todo pequeñas, así que tuvimos que planear un ataque con sumo cuidado si no queríamos empezar la jornada mojados.
Con suerte pudimos aprovechar un hueco y colarnos entre unas series para posteriormente llegar al pesquero. El mar de fondo daba la nota en la orilla para dejarnos pasar a un mar abierto no tan "movido".
Tranquilamente comenzamos a remar haciendo un poco de curricán sin suerte por ninguna de las dos partes. Se veía actividad a media agua y por encima se asomaban de vez en cuando ondas provocadas por peces que irían buscando un poco de oxigeno. Llegamos a la zona y nos fondeamos juntos a mi boya, preparamos los aparejos y comenzamos la jornada de pesca. Al poco tiempo Sevi empezó a notar nauseas provocadas por el meneito que había y en breve...vomitó , así que no pudo disfrutar mucho. Las picadas eran escasas y tampoco pudo olvidarse mucho del mareo.
Tranquilamente comenzamos a remar haciendo un poco de curricán sin suerte por ninguna de las dos partes. Se veía actividad a media agua y por encima se asomaban de vez en cuando ondas provocadas por peces que irían buscando un poco de oxigeno. Llegamos a la zona y nos fondeamos juntos a mi boya, preparamos los aparejos y comenzamos la jornada de pesca. Al poco tiempo Sevi empezó a notar nauseas provocadas por el meneito que había y en breve...vomitó , así que no pudo disfrutar mucho. Las picadas eran escasas y tampoco pudo olvidarse mucho del mareo.
Al final terminamos por cambiarnos de sitio y al cambio de marea empezó a cambiar la cosa. De pronto, Sevi nota una picada que le mete el puntero de la caña en el agua, una cosa muy extraña, no tiraba con nervio, no le soltaba carrete pero tampoco le daba tregua, es como si hubiera enganchado, pero a medida que pasaba el tiempo nos dábamos cuenta de que era un pez. Tras algunos minutos de lucha, de repente es como si se fuera la tensión y comienza a recoger lentamente. Cuando está arriba nos damos cuenta de que trae el aparejo que tiene al vivo echado en la otra caña, una cosa muy extraña. Nos quedamos con las caras, yo de tonto y Sevi de fatiga mareosa mirándonos y no dando crédito a lo que vivimos en esos momentos. Tengo el video, cuando lo prepare lo pongo y a ver que opináis. Después de un rato Sevi decidió irse a palear un rato para ver si se le pasaba haciendo curri. Le dejé un plomo para que lo utilizara de profundizador y así poder tocar un poco más abajo. Yo me quedé donde mismo y comencé a notar algunas picadas y aunque muy breves, salían algunas piezas de tamaño. A los 20 minutos veo que Sevi viene de vuelta y cuando está a unos 300 metros empiezo a notar unas picadas que no son normales. Muy flojitas y sin nervio, así que me concentro al máximo y en una de ellas...ZASSS! Mi caña se dobla como nunca estando fondeada, el carrete suelta hilo y me pregunto que narices está debajo de la línea. Me sorprende ver que mi bajo del 35 aguanta unas embestidas así de fuertes y no me lo creo cuando veo aparecer un lomo rosa de las profundidades. Si señor, mi mayor pieza capturada fondeado, lo acerco al kayak y vuelve a arremeter alejándose un poco, pero menos mal que tengo el carrete un poco suelto para amortiguar el tirón. De nuevo viene hacia mi y lo pongo encima mía, un maravilloso bocinegro de 1,230 gramos. Increíble, una pasada la sensación de levantar un pez así con el bajo que llevaba. Un subidón de adrenalina sin duda alguna. Cuando lo despesco me doy cuenta de que me ha entrado al anzuelo de arriba y he perdido los de abajo y el plomo, curioso pero cierto.
Sevi se acerca con paladas lentas y me comenta que tira para tierra, que no puede más con su cuerpo, así que decidimos dar por finalizado el día de pesca. Mientras se va, yo recojo los aparejos, el rezón y me voy tras de él. En la orilla nos espera una nueva aventura, que con suerte no nos castiga mojándonos.
Sevi se acerca con paladas lentas y me comenta que tira para tierra, que no puede más con su cuerpo, así que decidimos dar por finalizado el día de pesca. Mientras se va, yo recojo los aparejos, el rezón y me voy tras de él. En la orilla nos espera una nueva aventura, que con suerte no nos castiga mojándonos.
Un saludo a todos.